DIARREAS DE ORIGEN BACTERIANO EN PERROS


Diversas especies bacterianas pueden provocar enfermedades gastrointestinales en los perros. Aunque se trata de bacterias muy distintas, presentan características comunes desde un punto de vista epidemiológico y patogénico: - Suelen formar parte de la flora normal del tubo digestivo de los perros, que las eliminan sin padecer ningún trastorno aparente. - Suelen producir zoonosis, puesto que los perros contaminan a menudo a seres humanos. - Las infecciones son siempre de difícil diagnóstico, dado que la interpretación de los coprocultivos bacteriológicos es muy delicada .- Estas infecciones son mucho más frecuentes en los cachorros y entre los perros de criadero. - Con frecuencia se asocian entre ellas o con enfermedades parasitarias o víricas. - Aparecen principalmente tras la ingestión de restos de alimentos caseros, alimentos húmedos o rehidratados, mal conservados o contaminados, en particular, carcasas de aves (práctica bastante corriente en los criaderos). - En los criaderos es posible prevenir eficazmente estas diarreas administrando alimentos secos que incluyan en su composición fructooligosacáridos (FOS) o arcillas naturales, sobre todo durante el período de destete.

Diarrea por Campylobacter spp.




Las bacterias del género Campylobac-ter son gram negativas, tienen forma curva y poseen un flagelo en posición polar (de 1,5 a 5 µm de largo y de 0,2 a 0,5 µm de diámetro). Las tres especies de Campylobacter que se aíslan con mayor frecuencia en perros son C. upsaliensis, C. jejuni y C. coli. Las principales fuentes de infección son las carnes (de ave para C. jejuni, de cerdo y de vaca para C. coli) y la leche de vaca (para C. coli) contaminadas, y la materia fecal de perros y gatos portadores (sobre todo para C. upsaliensis). Cuando en un criadero donde se emplean carcasas o carne de ave cruda en la alimentación de los animales aparecen casos de gastroenteritis, hay que sospechar una campilobacteriosis, sobre todo si se observan al mismo tiempo casos de gastroenteritis entre el personal en contacto con los perros enfermos (zoonosis grave, en particular en los niños).En muchos estudios epidemiológicos realizados en diversos países, con centenares de perros en buen estado de salud que vivían en perreras, se observó una eliminación regular de esta bacteria en los excrementos de más del 30 % de los animales, con un pico de eliminación a las 8 semanas de edad. Los portadores sanos representan el 43 % de los perros en Australia, el 37 % en los EE. UU., el 32 % en Suiza, el 29 % en Suecia y en Dinamarca y el 26 % en España. Otros estudios permitieron establecer que esta bacteria podía aislarse con mucha mayor frecuencia entre los cachorros de criadero que padecían diarrea.

Desde un punto de vista clínico, esta enfermedad afecta principalmente a los cachorros de menos de 6 meses de edad, que suelen padecer una diarrea pastosa o acuosa, a veces incoercible, con heces manchadas generalmente con estrías de bilis. Asimismo, puede observarse la presencia de moco y sangre. En general, esta enteritis evoluciona hacia una curación espontánea en pocos días, pero a veces se observa una evolución hacia la cronicidad durante varias semanas. En algunos casos raros, el síndrome diarreico puede acompañarse de vómitos, anorexia e hipertermia. Asimismo, se han señalado abortos y mortalidad relacionados con una infección por campilobacterias en perras. Dado el estado de portador crónico asintomático, algunos factores tienen una influencia preponderante en la manifestación clínica de la enfermedad: situaciones de estrés (destete, vacunación, administración de vermífugos, etc.), ingestión de alimentos contaminados (restos de matadero), enfermedades intercurrentes (virosis digestivas, enterotoxemias, parasitosis, etc.), malas condiciones higiénicas, etc.

El diagnóstico se basa en el aislamiento de la bacteria, en altas concentraciones, a partir de heces diarreicas. La técnica de cultivo es bastante delicada y es preciso utilizar medios de cultivo enriquecidos o selectivos (medio de Skirrow, medio con cefoperazona y desoxicolato, con o sin anfotericina, y teicoplanina). La mayoría de las veces, la presencia de sangre y de numerosos leucocitos en el examen microscópico de materia fecal basta para sospechar la participación de una bacteria enteroinvasiva (ver el capítulo relativo al coprocultivo bacteriológico).Les lesiones macroscópicas son principalmente edema y congestión de la mucosa del colon. En el examen histológico, se observa abrasión de las vellosidades intestinales, hipertrofia de las glándulas del epitelio intestinal y lesiones inflamatorias y hemorrágicas de la capa subepitelial.El diagnóstico es a veces farmacológico: ciertos antibióticos son activos contra Campylobacter sp., como por ejemplo, la tilosina, la eritromicina, la gentamicina, la clindamicina, el cloranfenicol y la asociación de amoxicilina y ácido clavulánico.

Diarrea por Salmonella spp. La infección canina por enterobacterias del género Salmonella

Se observa, en primer lugar, gastroenteritis con vómitos y diarrea de heces verdosas, generalmente hemorrágica, hipertermia pronunciada, conjuntivitis y trastornos respiratorios (bronconeumonía). En caso de infección masiva o cuando la infección se debe a un serotipo particularmente virulento, los signos clínicos evolucionan hacia un estado de depresión, hipotermia y coma que conduce a la muerte. En general, los adultos sólo presentan signos clínicos discretos, pero en las perras reproductoras pueden producirse abortos o mortinatalidad.Los exámenes de laboratorio son indispensables para establecer el diagnóstico. Hay que tomar muestras de materia fecal para coprocultivo, muestras de algunos órganos (en particular, el hígado), así como también muestras del alimento sospechoso. El tratamiento es principalmente sintomático. La pertinencia de instaurar una antibioticoterapia debe evaluarse muy bien por diversos motivos: es difícil erradicar la bacteria del organismo, existen o pueden aparecer fenómenos de resistencia a los antibióticos, los tratamientos suelen prolongar la eliminación fecal y esta infección constituye una zoonosis grave. Cuando es necesario instaurar un tratamiento antibiótico, es imprescindible aislar e identificar la cepa causal y realizar un antibiograma. La mejor medida profiláctica consiste en eliminar la fuente alimentaria de infección.

Diarrea por Clostridium spp. Los clostridios son bacterias gram positivas y anaerobias

Los signos clínicos son siempre graves, especialmente en los cachorros. Se observa una diarrea hemorrágica con heces nauseabundas, acompañada de deshidratación rápida y vómitos. La muerte ocurre al cabo de algunas horas, precedida por intensos dolores abdominales. En la necropsia, se observan lesiones limitadas al intestino, el cual se encuentra muy congestionado y contiene un líquido sanguinolento. En el examen histológico, aparecen lesiones necróticas y hemorrágicas de la mucosa del yeyuno y el íleon. Los exámenes bacteriológicos del contenido intestinal y el alimento sospechoso permiten aislar fácilmente los clostridios causales, cuando crecen en cultivo puro. Las posibilidades de tratamiento son reducidas, debido a la aparición súbita de la enfermedad y a su rápida evolución mortal. La mayoría de los antiinfecciosos son eficaces y su administración debe acompañarse del tratamiento sintomático habitual (rehidratación, alimentación parenteral, etc.). Como en el caso de la salmonelosis, la primera medida profiláctica que debe tomarse es eliminar de la ración los alimentos que representen un eventual foco de contaminación.

Diarrea por Escherichia coli

En el perro, contrariamente a lo que ocurre en muchas otras especies animales, las colibacilosis digestivas son enfermedades bastante raras y relativamente benignas. Los colibacilos son enterobacterias gram negativas, cuyo poder patógeno se debe a la presencia de factores de adhesión y a la producción de enterotoxinas, fenómeno limitado a cepas bien precisas. En los perros se han identificado ciertas cepas patógenas de E. coli, en particular, O118. Las demás cepas forman parte de la flora normal del tubo digestivo canino. Los colibacilos pueden producir dia-rreas más o menos graves, pero en la mayoría de los casos intervienen como factores de agravación de otras infecciones, como la parvovirosis o el moquillo. Puede sospecharse una diarrea por E. coli en el curso de un síndrome de la leche tóxica, en cachorros amamantados por su madre (que padece mastitis por colibacilos). El estudio histológico de la mucosa digestiva permite a veces poner de manifiesto los factores de adhesión. Los colibacilos pueden producir también otras infecciones, como piómetra, abscesos, pielonefritis, cistitis, etc. Estas afecciones se tratan con antiinfecciosos, en particular, polimixina E (colistina). se observa sobre todo en cachorros de menos de 6 meses que viven en perreras. Entre los perros adultos, se encuentra entre un 1 y un 5 % de portadores crónicos sin trastornos aparentes, pero en ciertas condiciones, la proporción de cachorros portadores sanos puede alcanzar un 25 %. Las salmonelas son bacterias gramnegativas patógenas para el hombre y las demás especies animales. Aunque los perros no constituyen el principal reservorio para la infección humana, se han descrito casos de transmisión del perro al hombre. La especie más frecuente en los criaderos es S. typhimurium, pero también pueden aislarse otras especies. Los principales focos de contaminación en los criaderos son los alimentos a base de carnes y los portadores asintomáticos (pájaros, reptiles o anfibios). En efecto, los restos cárnicos (en particular, aves mal evisceradas) y las carnes mal conservadas o descongeladas lentamente a temperatura ambiente suelen estar contaminados por salmonelas. Como ocurre con las campilobacterias, la acción patógena de las salmonelas de origen alimentario se manifiesta principalmente en los cacho-rros pequeños (en particular, durante el período del destete), en el curso de enfermedades gastrointestinales intercurrentes o situaciones de estrés, etc. El cuadro clínico es generalmente similar al de la parvovirosis aguda, con una alta mortalidad entre los cacho-rros, pero también pueden aparecer síntomas más particulares. La incubación es corta y los primeros signos pueden manifestarse unas horas después de la ingestión del alimento contaminado. estrictas, que forman parte de la flora normal del tubo digestivo canino. En los perros, se aísla esencialmente C. perfringens y C. difficile. Estas bacterias sintetizan enterotoxinas que provocan un síndrome de enterotoxemia. La aparición de una gastroenteritis por clostridios puede deberse a la presencia de otro germen patógeno intestinal. No obstante, la causa inicial del desarrollo de una epizootia por enterotoxemia en un criadero suele ser la administración de un alimento a base de carne, en el que dichas bacterias pudieron desarrollarse y producir abundantes cantidades de enterotoxinas. Estos accidentes pueden ser relativamente frecuentes cuando se utiliza para la alimentación de los animales del criadero restos de carne o carcasas de aves trituradas y congeladas. En efecto, si durante la descongelación no se toman las precauciones necesarias y se exponen los productos al sol o al calor, los clostridios se desarrollan muy rápidamente.

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